Recorrer los pabellones de Alimentaria es recorrer pasillos y stands de empresas que no se arrugan ante la crisis y que continúan apostando por ser uno de los escaparates que capta el pulso del sector. La impresión general que queda es que el sector de la alimentación, uno de los que podríamos entender como maduros, es capaz de innovar, de crecer y de salir adelante.
Recorrer las vitrinas de Innoval y ver como productos que son auténticas commodities se transforman para destacar los siempre disputados lineales de los establecimientos de alimentación, es un globo de oxígeno de optimismo en medio del desencanto generalizado que se proyecta en nuestro entorno.
El packaging, el formato, la composición del producto … A menudo sentimos empresarios decir que la innovación no es posible en su empresa, a su producto, y que la innovación está restringida a productos más tecnológicos o empresas con grandes partidas de I + D.
No hay que ir muy lejos para encontrar empresas como Erre de Vic, 1952, una empresa familiar vigatana dedicada a la producción de cocidos como jamones, frankfurts o pavo entre otros. Este año han recibido el premio Innoval a la mejor innovación en la categoría de frescos. Hace un año decidieron apostar e invertir en un nuevo proyecto que les ha llevado a lanzar la primera pasta fresca del estado sin gluten.
Que no se puede innovar en commodities? Pasee por Innoval y tendréis la respuesta. Todo es innovable, todo es mejorable. Y sólo aquellos que así lo entiendan y que así lo transmitan a sus productos y en sus empresas serán capaces de marcar la diferencia, a los lineales y los mercados.
El latido del sector agroalimentario es fuerte. Un placer constatar que un sector tan sacudido como este, es capaz de reconvertirse.
«El boom de la comida sana», a La Vanguardia
Vinos, cavas y cafés, a El Periódico