La multitudinaria manifestación que el martes colapsó literalmente las calles de Barcelona con motivo de la Fiesta Nacional de Cataluña ha dejado atrás numerosas lecturas, más allá del análisis, las conclusiones y las repercusiones políticas de una jornada que pasará a la historia . La tecnología evoluciona rápido, y en sólo dos años (los que han pasado desde la manifestación a favor del Estatuto, el 10 de julio de 2010) los Smartphone se han convertido en el complemento inseparable de gran parte de la población, al igual que Twitter se ha convertido en la biblia de la información rápida e instantánea. Por ello, muchos manifestantes olvidarse deliberadamente los transistores, un compañero en otras épocas tan necesario y efectivo, y haciendo un acto de fe en la capacidad de las líneas de telefonía móvil y 3G, confiaron que podrían vivir la Diada in situ con la compañía de Twitter y otras redes sociales. Una confianza que, traducida en los cientos de miles de personas concentradas en un reducido espacio, se convirtió en una saturación sin precedentes de las líneas de telefonía móvil y 3G.

Pero más allá de la incomodidad de quedarse incomunicado, con un teléfono de mil y una prestaciones que queda inoperativo ya una hora antes de la manifestación, conviene repasar las consecuencias que este colapso tuvo a nivel informativo. Y es que el hecho de no poder cargar fotografías, piar todo tipo de comentarios, anécdotas y detalles de la manifestación con los hashtags #FreedomforCatalonia #Diada #11s2012 #Independencia y #ViscaCatalunya lograron silenciar el mensaje de los manifestantes que se encontraban en Barcelona. Y de paso, agrandaron el de aquellos que totalmente en contra de los objetivos de la manifestación, promovieron el hashtag #CatalunyaesEspaña. La saturación de líneas y 3G convirtió esta etiqueta en Trending Topic en Cataluña y España, mientras la calle daba un mensaje contrario contundente. Y con el paso de las horas, otra consecuencia: móviles agotados de tan intentar coger cobertura que se quedaron, literalmente, sin batería, en los momentos más decisivos.

Las conclusiones que podemos sacar son varias. ¿Podemos dar credibilidad y fiarnos de una tecnología que en un momento tan trascendental y decisivo nos deja en la estacada y desfigura nuestro mensaje? ¿Cuando se ajustará la capacidad de 3G a las ultrasónicas prestaciones de los móviles que tenemos? ¿Para que la autonomía de nuestro móvil no llega ni siquiera a un día? ¿Están haciendo algo al respecto las compañías de telefonía móvil? Muchos interrogantes que esperamos que se hayan resuelto la próxima vez que un evento de esta magnitud sature nuestras calles.