Que Red Bull apuesta por los más arriesgados y que ha convertido el riesgo vinculado a las emociones extremas en su leitmotiv que alimenta su branding es bien sabido por todos. Pero el viernes pasado, no medir el riesgo que contienen las palabras, los entregó al vacío en las redes.
Cuando se conoció la muerte del aventurero Álvaro Bultó (uno de los aventureros esponsorizados por esta marca) practicando windfly sin que se desplegaran las alas como estaba previsto, Red Bull España publicó un tuit donde decía: «Nos deja Álvaro Bultó, un amigo que siempre Voló muy alto «.
El tuit póstumo podría ser absolutamente acertado y válido en muchas otras circunstancias, pero la polvareda corrió rápido en las redes teniendo en cuenta que Bultó había muerto justamente cuando volaba muy alto.
Con una cuenta de Twitter de más de setenta mil seguidores, no medir bien las palabras en comunicación póstuma en la que la sensibilidad y las interpretaciones están a flor de piel les costó un tuit de rectificación. Al cabo de tres horas, el tuit era: «El tweet anterior el publicamos con la mejor intención. Nuestro sentido pésame por Álvaro Bultó es totalmente sincero. DEP «.
El ejemplo nos permite sacar dos conclusiones tener presentes en comunicación:
-La comunicación «póstuma» es extremadamente difícil. Exige una cierta inmediatez, pero exige al mismo tiempo un equilibrio absoluto entre la sensibilidad, las interpretaciones y el contexto. Las redes son traidores por la inmediatez que nos requieren, pero vale la pena pensarlo, releerlo y volverlo a pensar antes de publicar.
-Las redes exigen y premian la sinceridad. Una rectificación a tiempo arregla de forma inmediata la mitad del error.
Las redes son como la vida misma: todos nos equivocamos, todos cometemos errores, todos detestamos la mentira y todos agradecemos una disculpa cuando se ha cometido un error.
¿Qué es sino la comunicación? Sentido común como la vida misma.