Hay quien puede encontrar imposible vivir en el siglo XXI sin ser activo en Facebook, twittear todo el día, compartir vídeos en Youtube y actualizar el perfil profesional de Linkedin de forma periódica. Claro que es posible no hacer nada de esto como persona, pero cuando estamos hablando de la empresa, las cosas cambian radicalmente. Todas acabamos teniendo nuestro perfil virtual y una reputación en la red, queramos o no queramos, seamos o no seamos en las redes sociales, sí o sí. Si no lo creamos y gestionamos nosotros, serán nuestros clientes, trabajadores, ex trabajadores, proveedores, competidores … los que hablarán de nosotros en Internet. Lo harán como querrán ellos, bien o mal, pero en todo caso sin pasar por nuestro tamiz y sin contar con nuestro punto de vista.
Y nosotros eso no lo podemos impedir. Seamos presentes en las redes o hacemos ciegas a su existencia. Esta es una de las grandezas de la nueva era 2.0. por más que a algunos les pueda parecer más bien un paso endarere. Lo que sí podemos hacer es no dejar nuestra identidad digital en manos del azar. ¿Cómo? Tomando las riendas de la situación y estableciendo una identidad de partida que nos satisfaga. Posteriormente habrá que estar pendientes de las conversaciones que se refieren a nosotros para intervenir cuando sea necesario, sin censurar sino siendo constructivos.
En el artículo «La obligada gestión online para la empresa familiar» que publica hoy el diario Expansión nos dan algunas claves para conseguirlo.