La nube, un concepto que hace referencia a la posibilidad de compartir los servicios tecnológicos y la información con un proveedor externo, sin necesidad de hacer inversiones costosas y confiando más que nunca en la red de redes, ha revolucionado el mundo de la empresa, que poco a poco está adoptando el cloud computing como herramienta de gestión.
La lista de beneficios que aporta la nube a pequeñas, medianas y grandes empresas es muy larga. Desde la reducción de los costes hasta la posibilidad de poner en práctica de manera rápida e instantánea nuevas soluciones tecnológicas, pasando por una más ágil compartición de la información y de los documentos. Confiar en la nube ya no es una cuestión tecnológica: se ha convertido en una opción que mejora la productividad y la competitividad de las empresas, que pueden adoptar nuevas rutinas de trabajo y beneficiarse del valor abstracto de una red compartida.
Redes como Google Apps for Bussiness o Zoho, entre muchas otras, hacen posible el trabajo en línea, la fluidez de la información entre los diferentes miembros de una plantilla, la integración de herramientas diversas, como el chat, las videoconferencias, la edición de documentos, el correo electrónico, la facturación, etc.
Pero acercarse a estas redes requiere una mentalidad abierta y confianza en su seguridad. A pesar de que estas herramientas incluyen decenas de funciones de seguridad creadas para mantener la información y los datos bajo control, para saber con quién y cómo se comparte, todavía hay reticencias y hay empresarios que creen que una empresa que trabaja en la nube es más vulnerable . Unas reticencias que la efectividad, la practicidad y los resultados del buen uso de estas herramientas deberán ir dejando atrás. Porque siempre será cierto que el ordenador más seguro es aquel que está cerrado, pero una información que no queda estancada y fluye siempre será más valiosa.