Esta es la petición que nos llega a veces de algún cliente, sin más. En un mundo donde no existes si no tienes perfil en FacebookTwitterLinkedin Instagram o no cuentas con bloque propio, parece que estar presente en redes sociales es un nuevo mandato en la política de comunicación y marketing de una empresa. Pero a pesar de que abrir un perfil en las redes es gratuito y relativamente rápido y sencillo, muchos de estos intentos de estar presentes en el espacio 2.0 acaban pasando sin pena ni gloria, sin dar resultados y en muchos casos, empobreciendo la imagen de marca de quien las puso en marcha.

Pero para que fracasan muchas empresas en la red 2.0? Básicamente porque se olvidan del elemento clave: fijar unos objetivos y decidir cómo y qué hay que comunicar en cada uno de estos perfiles. No tienen en cuenta que Facebook o Twitter no son una herramienta comercial, de venta directa, sino que han de utilizarlos como herramienta de transmisión de los valores de su marca, para fidelizar a los clientes existentes, los que no lo son pero pueden serlo en el futuro e incluso los que lo eran, ya no lo son, pero lo pueden volver a ser.

Cuando elaboramos una auditoría de comunicación, fijamos un cronograma de acciones a realizar, entre ellas, en muchas ocasiones, la creación y el mantenimiento de perfiles en redes sociales. Pero antes de sacar adelante este punto, se concreta qué estrategia se seguirá, qué tipo de contenidos se incluirán (que deberán ser de calidad, adaptados a los intereses de los fans o seguidores que tengamos y que inciten a la viralidad) y qué gestión se hará de la comunidad online (respondiendo los comentarios y las peticiones que surjan, aunque no sean cómodos para nosotros).

Por ello, a pesar de que aparentemente tener presencia en redes sociales no tiene ningún coste, una empresa debe ser consciente de que a corto, medio y largo plazo tiene que hacer una inversión de tiempo y dinero para hacer el adecuado mantenimiento, ya sea asumiendo la gestión desde dentro o externalizando el servicio. Y no hay que olvidar que no todo acaba aquí: tener un manual de actuación de cara a posibles crisis de reputación online y tener presentes herramientas de monitorización para controlar qué se dice de nosotros en Internet y en las redes sociales. Una vez se tiene en cuenta todo esto, basta con entonar un «Hágame redes, por favor»!